Seguro que detestas algún idioma, y sin embargo se te hacen los oídos agua cuando escuchas otro que te encanta. Y es que es indudable que existen idiomas que nos suenan fatal. El italiano tiene fama de ser romántico y seductor. El francés es por antonomasia el idioma del amor. Y el alemán… Bueno, el alemán nos suena agresivo y autoritario. Ya lo decía el emperador romano Carlos V cuando dijo: le hablo español a Dios, italiano a las mujeres, francés a los hombres y alemán a mi caballo.
Pero, ¿por qué encontramos algunos idiomas atractivos y otros no?
La sociolingüística no ha sido capaz de encontrar una razón intrínseca por la que determinadas lenguas nos parecen más hermosas que otras. Por el contrario, estos gustos parecen depender directamente de nuestro contexto y antecedentes.
Razones por las que encontramos atractivo un idioma
Este atractivo va a depender del valor que hayamos asignado a sus hablantes. Por ejemplo, el chino siempre ha sido motivo de burla, sin embargo ahora se considera un idioma necesario para triunfar en el ámbito empresarial internacional debido al auge económico del país en las últimas décadas.
Al igual que influyen nuestras impresiones subjetivas de un lugar en la percepción que tenemos del idioma hablado en dicho lugar. Escuchar italiano hace que muchos nos traslademos mentalmente a los canales de Venecia o recordemos las puestas de sol en la Toscana. Incluso podemos rememorar olores, sonidos y sensaciones que están atados a nuestro concepto del lenguaje. Por ejemplo, siempre que pienso en el portugués se me viene a la mente el sabor del paté de sardinas.
Se cree que la lengua materna es determinante en nuestro gusto por ciertos idiomas.
Y es que la cercanía de los sonidos y las similitudes sintácticas y sonoras toman partido en la formación de nuestro gusto por los idiomas. Así nos sonaría muy poco natural el tailandés, debido a sus diferencias tonales, lo contrario con respecto al catalán cuya sonoridad es muy parecida al castellano. Vineeta Chand de la Universidad de Essex comentaba en The Guardian que no ha habido ninguna investigación que haya explotado directamente el atractivo de un idioma y que finalmente no lo vincule con la evaluación social de la comunidad hablante.
En otras palabras, todo es subjetivo y depende de nuestro contexto y experiencias.
Por lo tanto, la cultura y nuestro conocimiento de una cierta lengua o país es lo que nos hace reconocer dicha lengua como bella o disonante.
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